martes, diciembre 28, 2010

EL CINE

Fue en una sala de cine cuando de repente me solté a llorar, me senté en la última fila justo a la mitad de la sala desde ahí se ve mejor la pantalla, mi soledad se sentó en la butaca de mi lado derecho y mi tristeza en el asiento de enfrente, una familia en mi lado izquierdo y una chica muy bonita en la butaca al lado de mi tristeza.

Hoy tengo 30 años y tengo además un puño de recuerdos, una sala de cine y un llanto interminable, hoy tengo 30 años y una soledad que me transforma, tengo un nudo en la garganta y mucho miedo, hoy tengo ganas de ver a mi padre hablar con él, invitarlo a mi sala de cine y a comer con mi soledad.

Hoy tengo problemas, dudas, preguntas, y muchas palabras que con el paso del tiempo han compuesto oraciones completas tan largas que ya no me dan ganas de recordar, con los años las cosas no han cambiado mucho, sólo que ahora veo que mis errores se acentúan más, he llagado a pensar que las arrugas no son otra cosa que los errores que cometemos en el camino de nuestras vidas.

Recuerdo a las mujeres que han compartido algo conmigo, extraño a las que no quisieron compartir nada y siento la ausencia de las que me regalaron un tarde, una sonrisa, un abrazo, un grito, un enojo, un beso, extraño los ojos que se han convertido en mi patria, extraño tantas cosas, y la ausencia que más siento es la mía, me extraño todos los días.

Me espanta la idea de seguir equivocándome hasta no distinguir lo que está bien de lo que está mal, busco un perdón que no sé quién ni donde me lo pueden dar.

En el cine, no lastimo a nadie ni me hago daño, es una pausa a obscuras en medio de desconocidos, es el lugar perfecto para que mi soledad descanse, ahí entre la obscuridad puedo esconderme de mis errores y de mis miedos, puedo pretender no tener memoria e inventar una historia completamente diferente a la que tengo.

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